Se puede copiar
Enciclopedia Mariscal, Julio 2000
Fotocopias de cuadros (Copias, fotocopias y originales)
¿No es mejor poder disfrutar de una perfecta reproducción de la Gioconda que ver el original a través de gruesos cristales antibala, después de una cola interminable y entre empujones de japoneses?
Este es el argumento principal que impulsó al arquitecto, diseñador y pintor Oscar Tusquets (Barcelona 1941) a editar una colección de sus cuadros en fotocopia. Eso sí, respetando el tamaño del original y autentificando el colorido y calidad del soporte. La fundación que lleva su nombre se encarga de “promover esta serie de reproducciones fieles a la obra original, en el convencimiento de que la multiplicación respetuosa de una obra facilita el disfrute del arte”. El propio Tusquets reconoce que hoy en día tiene dificultades en distinguir una acuarela suya y su reproducción, y por tanto no encuentra objeción en difundir la obra a través de un sistema fiable y económico. La consideración del original como algo único, de valor superior a la reproducción idéntica, es propia del fetichismo anacrónico, cuando la copia jamás podía alcanzar a la obra maestra.
Fue Walter Benjamin en su famoso libro “La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica”, quién intuyó por primera vez los vertiginosos cambios que en temas de autoría iban a representar los avances tecnológicos. Y eso que murió en 1940, sin haber asistido a al desarrollo de las fotocopiadoras láser y la revolución digital a través de scaners e impresoras de alta precisión. El diseño gráfico actual está capacitado para difundir masivamente el arte, garantizando su calidad y permitiendo así el goce del mayor número de gente posible.
¡A copiar! Siempre que sea fielmente.