Me compadezco del papel que mis amigos diseñadores han tenido que representar en la comisión responsable de pronunciarse sobre el rediseño del escudo de la ciudad. Este escudo se ha modificado infinidad de veces pero, por lo visto, ya no importa afrontarlo con una actitud creativa, como un problema de proyectación, ya no importa que sea gráficamente coherente, bello enfin, solo importa que sea politicamente correcto. En la inacabable e insulsa polémica planteada no he leído una sola alusión al problema que se crea entre el grueso de las barras, al adelgazarlas, y el grueso de las aspas de las cruces, o al conflicto que aparece cuando el montante de la cruz se apoya un poquito sobre una barra y otro poquito sobre un vacío...

En la época dorada del Modernisme grandes artistas y arquitectos rediseñaron escudos y senyeres, hoy lo hacen los historiadores al servicio de los políticos. Solo deseamos profundizar las raíces que nos anclan al suelo, ¿para qué queremos alas si no ambicionamos volar?