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Carlos Jané Camacho
Esta silla fue expresamente proyectada para instalaciones, para soportar un trato muy duro, para apilarse con facilidad, para adosarse formando filas.
Para soportar un trato muy duro, poseía una estructura mixta: metálica en las patas traseras, donde los esfuerzos son más exigentes y donde no la tocamos con nuestra piel; de madera en el asiento, respaldo, brazos, y patas delanteras.
Para apilarse con facilidad, cada silla se apoyaba solamente sobre los brazos de la inferior; ésta es la única forma que encontré para que no se dañase el asiento, cuando éste iba tapizado.
Para adosarse formando filas, inventé un artilugio que me parece un auténtico hallazgo. Una silla se ligaba a la contigua por su propia estructura, sin recurrir a ningún mecanismo –visto u oculto, escamoteable o extraíble–: bastaba levantarla para que un brazo abrazase al contiguo, quedando ambas indisolublemente unidas. Si observábamos una silla aislada, nos era imposible adivinar el mecanismo de unión.
(Fuera de producción)