El amigo Joan Antoni Solans, que dictaminó durante años la política urbanística de Barcelona y luego la de Catalunya, había llegado a un acuerdo con la promotora Núñez y Navarro sobre el solar de su propiedad que lindaba con el Parc de Sentmenat. El solar se cedía al parque a condición de que pudiese edificar una tira de viviendas en su perímetro, el Torrent de Can Caralleu. Además, la edificación debía interrumpirse para permitir el acceso al parque coincidiendo con un antiguo camino.

Siguiendo las directrices de Solans, proyectamos una serie de viviendas adosadas con fachada a esta empinadísima calle-torrente. Una compleja distribución en abanico, donde cada gajo debía escalonarse un metro respecto al contiguo.  A fin de no destrozar la acera con una sucesión ininterrumpida de vados, creamos una calle de acceso a los garajes privados en el interior del edificio (el gran acierto del proyecto). Los salones dan al parque a través de un pequeño jardín privado. En la cubierta hay una piscinita para cada propietario.