Juli Capella

El País Semanal, Noviembre 1997

A Tusquets le da rabia que lo califiquen sistemáticamente como “el diseñador español más internacional”,  él quiere ser el mejor. Empezó a diseñar porque no encontraba objetos de su agrado para amueblar las casas que hacía. Y tampoco quien quisiese producirlos, por eso junto a Lluis Clotet y otros colegas creó B.D. Ediciones de Diseño en 1973. Allí nacieron objetos que aún están en el mercado: un carrito para la televisión, un buzón donde cupiese el diario o una campana extractora transparente: “detectar el problema es ya el 80% del acierto” afirma Tusquets.

    Su consagración llegó en 1980 cuando la empresa italiana Alessi a través de Alessandro Mendini le propuso diseñar un juego de café con las vedettes internacionales de la arquitectura: Meier, Rossi, Graves, Venturi, Hollein,... curiosamente su diseño es el único que aún sigue a la venta. La silla Varius -con la forma de un Stradivarius- es sin duda una pieza clave en la  historia del diseño español, vendida en más de 130.000 unidades. Se dice que un arquitecto puede dar a lo sumo con una gran silla en su vida, pero la Potro, Metalástica, Abanica, Lucas, y sobre todo la Gaulino “con clara inspiración erótica”, homenaje a Gaudí y  Mollino, lo desmienten en su caso.

    Tusquets ha diseñado más de 100 objetos y los ha puesto en producción, desde una vajilla completa a una parada de autobús, desde un candelabro inspirado en su maestro Dalí, a un reloj infinito, desde una alfombra que levita a un libro que da luz.

    Lo suyo es el invento, el reto tipológico, el goce y el sufrimiento creativo. Su estilo es posmoderno sin mala conciencia de serlo, manierista, opuesto al minimalismo perezoso que considera aburrido. Es más conservador que vanguardista y más empecinado que iluminado. Posiblemente  -como gustan decir los anuncios- y como acredita ser Premio Nacional de Diseño, sea el mejor diseñador del país. Pero de lo que no hay duda es que es de los mejores del mundo.