Entender de mujeres.
Septiembre 2006
Prologo para Oriol Maspons the private Collection.
Estoy convencido de que Oriol, como otros muchos creadores han tenido el valor de reconocer, se implicó en tareas artísticas para ligar. Oriol era un tipo espabilado que trabajaba en una compañía de seguros, le gustaba mucho hacer fotos... y tenía debilidad por las señoras. Ya había conocido a Catalá-Roca y había hecho unos incipientes pinitos fotográficos cuando, un buen día, se fue a ver a su jefe y le dijo que se quería pasar un año y medio en París. Ante la estupefacción de su superior por lo insólito de la pretensión, Oriol le enseñó una clausulita en letra pequeña de los estatutos donde se garantizaba el derecho de cualquier empleado de cierta antigüedad a realizar un stage en la sede central de la compañía que, casualmente, se encontraba en la capital francesa.
A París se fue el joven Oriol y allí conoció a Cartier Bresson, a Doisneau, a Brassaï, a Gui Bourdin... y a los fotógrafos que frecuentaban una asociación que años más tarde visité con él y donde, ante concurrida audiencia, un indefenso fotógrafo, colocaba cuidadosamente en un caballete la ampliación de su original y se sometía la tremenda crítica de sus colegas, que hacían gala de legendaria ferocidad gala. A la vuelta de París, Oriol decidió arriesgarse y dedicarse profesionalmente a la fotografía.
A lo largo de muchos años de actividad profesional, exceptuando el trabajo publicitario −que nunca le atrajo−, Oriol, solo o con su compañero Julio Ubiña, ha hecho de todo: cubiertas de la legendaria colección Biblioteca Breve, reportajes de prensa, libros de arquitectura, desternillantes felicitaciones navideñas... Ha hecho de todo y lo ha fotografiado casi todo: la deprimente España franquista −curas, guardia civiles, torerillos fracasados, inmigrantes con maletas de cartón, viejos con boina, pijas en el Liceo...−, gente famosa −Dalí, Camilo José Cela Carlos Barral y sus autores...−, arquitectura gótica, la incipiente invasión turística, la gauche divine, la locura ibicenca..., pero su tema predilecto ha sido siempre las mujeres. No forzosamente modelos −son muy pocas las que aparecen en este libro y siempre se trata de amigas− sino chicas anónimas, chicas que se ha ido encontrando por las calles de Cadaqués, o por las discotecas de Ibiza, o, lo que tiene más merito, en una clínica veterinaria.
Cuando el lector contemple este bello libro deberá reconocer algo que siempre hemos sabido sus amigos: que Oriol es un tipo que entiende mucho de mujeres. ¿Y qué es entender de mujeres?, preguntarán ustedes. Pues muy sencillo: una persona entiende mucho de mujeres cuando nos descubre la belleza que en muchas de ellas no es tan aparente. Esto es lo que Oriol se ha dedicado a hacer durante más de cuarenta años y que este libro resume para deleite de aquellos/as, que, aunque no entiendan tanto, sí las aman.