Agudeza
Eugenio Trías Sagnier. Filósofo. Barcelona, 1942
Atributo de la inteligencia y de la sensibilidad; en cierto modo es el rasgo que mejor define el consorcio, caso de producirse, entre inteligencia y sensibilidad. Se caracteriza por su natural punzante e hiriente, derivado de que aquel que posee esta gran cualidad se deja herir por las cosas y por las formas. El clásico, hoy muy aclamado, Baltasar Gracián la asociaba a arte y a ingenio. Es, en realidad, el nombre de un ángulo (agudo) que no quiere nunca ser recto, y se halla en las antípodas de lo obtuso. Esa angulosidad (del físico de nuestro personaje, de su modo de expresarse, de sus formas de proyectar y construir) le permite una amplitud y vastedad en la ordenación del espacio y del tiempo que le caracteriza, algo así como la “profundidad de campo” de que hablan los cineastas, pero en el arte (siempre ambiguo) de la proyección y distribución de ámbitos. Desde el ángulo agudo las cosas se perciben en cascada, o en contra-picado; pero siempre desde una lejanía desde la cual se nos vuelven al final siempre cercanas. También las personas y los mundos. Y el resultado es un festín de colores y de formas que rompen el canon convencional y que se esparcen como alfombras, o como tapices, por todos los rincones del espacio habitable.