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Oscar trabaja en una nueva silla, ligera y económica, para BD Barcelona Design

“Se puede ser un viejo verde y además un genio, como Nabokov” (lee aquí la entrevista para El País)

Musée des Arts Decoratifs1998 — 2006

Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Con Bruno Monaird
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Maqueta de la nueva escalera
Musée des Arts Decoratifs - Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Oscar Tusquets Blanca
Localización

Palais du Louvre, Paris

con

Bruno Moinard

Coordinador

Carles Díaz

Director del proyecto

Andrés Monzú y Vicent Coste

En 1988 fuimos escogidos en el concurso de méritos para proyectar la instalación de las salas dedicadas del siglo XVII al XX del Musée des Arts Décoratifs ubicado en el edificio del Louvre. Excelente noticia, ya que al concurso concurrieron renombrados proyectistas como Ettore Sottsass, Gaetano Pesce o Andrée Putman.

En primavera de aquel año, la nueva directora del museo, Marie-Claude Beaud (hasta hacía poco responsable de la Fundación Cartier), muy descontenta con la reorganización de las salas medievales que se acababan de terminar, decidió interrumpir las obras y convocar un concurso internacional de méritos para los proyectos del resto del museo. 

Desde un principio, me era imprescindible colaborar con un profesional de París y opté por formar equipo con el excelente interiorista Bruno Moinard, al que había conocido como colaborador de Andrée Putman. De mutuo acuerdo, decidimos presentarnos a las áreas que nos parecían el núcleo del museo: las destinadas a albergar las colecciones del siglo XVII al XX. 

A pesar del complicadísimo equilibrio de fuerzas del cliente (Museo del Louvre, dirección del Museo des Arts Décoratifs, conservadores de cada sección, arquitecto responsable de monumentos históricos, etc.) tenía la esperanza de llevar a buen puerto tan tentadora aventura.

A mediados de 1999, tras varios meses de acaloradas deliberaciones, se nos decidió otorgar esta responsabilidad. Yo era el único representante extranjero entre los cuatro equipos ganadores, y estaba convencido de que el criterio de la joven y entusiasta directora –que, en contra de la mayoría de los conservadores y del staff inmovilista del museo, imaginaba un museo innovador, con pocas obras muy seleccionadas, y atractivo para un público no especializado– influyó decisivamente en mi selección. Tras un año, Marie-Claude Beaud no soportó la presión burocrática a la que se veía sometida y decidió abandonar la dirección, dejándonos en una posición delicadísima. Tras muchos meses, se nombró a Beatrice Salmon como nueva directora. Inmediatamente, pusimos nuestro encargo en sus manos, pero nuestra renuncia no fue aceptada y, aún con muchas dificultades, continuamos con nuestro trabajo. 

Al finalizar la obra sentí una mezcla de orgullo por lo conseguido y de frustración por las ideas que se quedaron en el camino. Los impedimentos para llevar adelante nuestras ideas fueron tremendos. Aunque algunos temas –como la modificación del recorrido o no condenar los espléndidos ventanales que se abren sobre la Rue Rivoli y sobre el Jardín des Tuileries– se ejecutaron como se habían proyectado, en otros fundamentales –como la iluminación artificial– mis propuestas fueron absolutamente ignoradas. En los siglos XVIII y XIX se pasó de una iluminación que intentaba recrear el ambiente de las grandes películas The draughtsman's contract o Barry Lyndon a la iluminación, a base de spots halógenos de una boutique. Otras ideas originales -que hubiesen hecho más sugestiva, divertida y pedagógica la visita- también se quedaron en el tintero.

Arquitecto por formación, diseñador por adaptación, pintor por vocación y escritor por deseo de ganar amigos, Oscar Tusquets Blanca es el prototipo del artista integral que la especialización del mundo moderno ha llevado progresivamente a la extinción.
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