Lo diseñamos para mis padres en el ático de un edificio de MBM. Relacionar el pequeño espacio de la planta alta con la planta inferior, fue el objetivo primordial de este proyecto. Por esta razón abrimos tres claraboyas que, tapadas con un vidrio, hacían de mesas auxiliares arriba e iluminan las partes más oscuras de la planta inferior. Los espejos de las caras interiores de estos prismas reflejaban y multiplicaban espacios y objetos que no se podían ver directamente.

La escalera, que se deseábamos amplia, irrumpía en el espacio inferior con inevitable prepotencia. Decidimos, pues, transformarla en un mueble protagonista capaz de absorber otros usos: escritorio, biblioteca y closet de mi madre en su interior. En un principio -como en aquella época no teníamos absolutamente en cuenta las limitaciones de la ancianidad- le escalera-biblioteca no tenía barandilla alguna (foto en BN). Luego transigimos en colocar unos sutiles quita miedos en los tramos altos (segunda foto en color).

Espejamos con una silueta femenina la ventana del vestidor de mi madre; así podía contemplarse bella y bien iluminada. (Coral Majó, en la primera foto)