Cuando Ricardo Bofill construyó el nuevo aeropuerto de Barcelona recomendó a OTB para el diseño de la sala de espera de Iberia para los pasajeros de clase preferente y primera. Profundo conocedor del suplicio en tales garitos, intentó diseñar un espacio relajante y hábil para todas las tareas que ahí se pueden hacer: leer, trabajar, telefonear, echar una cabezada… Realizó un ejercicio de creación de un ámbito de espera que rompiese con el estereotipo de estas salas, habitualmente horteras o pretenciosas. Su propuesta quedaba unificada por el reto de diseñar todos sus elementos expresamente.

    Así, todo el mobiliario es diseño de OTB, incluso el motivo de la moqueta, producida por Vorwerk. La sala se divide en diversas zonas que, sin llegar a estar cerradas, ofrecen diversos grados de intimidad según el uso; hay zona de televisión, mesas altas, mesas bajas con sofás, muebles bar, zonas de intercomunicación, y módulos de trabajo personal con ordenador donde poder conectarse.

(Fotografías Hisao Suzuki)