Ricardo Bofill.

1990

 

En repetidas ocasiones he afirmado ser el único arquitecto del país dispuesto a hablar bien de Ricardo Bofill, si exceptuamos a sus asalariados.

Esta observación que puede parecer algo excesiva caricaturiza sin embargo la opinión generalizada en nuestra profesión sobre el artista plástico español en activo más famoso en el mundo entero.

Comprendo que este desprecio puede ser reflejo del que Ricardo ha manifestado en repetidas ocasiones por el colectivo de arquitectos, pero dejando de lado la valoración que hagamos de sus temerarias y grandilocuentes formas arquitectónicas, creo que como colegas deberíamos estarle agradecido por varios motivos.

1- Ricardo es una de las estrellas que en los últimos años ha sacado la arquitectura del pozo de los especialistas para llevarla al mundo de la comunicación de masas

2- Ricardo ha roto nuestro habitual servilismo con el cliente público o privado;

exige unos honorarios decentes, interviene en los programas y financiación, reclama su protagonismo en los proyectos (mucho más que su personalismo me escandaliza la inauguración de cualquier obra pública donde figura y se exhibe todo el mundo menos el arquitecto). Ha abandonado el aceptado acatamiento y fidelidad a los políticos, sin que esta osadía le haya acarreado la defenestración prevista. Su apoyo a determinado partido se basa en cada ocasión en las facilidades que éste garantiza a su trabajo

Bofill está comprometido únicamente con su obra, actitud que si para muchos resulta moralmente reprobable a otros parece cuando menos refrescante, acostumbrados a ver como tantas autoridades utilizan, pero no respetan en absoluto nuestra profesión.

3- Ricardo también nos ha enseñado que la viabilidad de un proyecto no depende tanto de su realismo como de la capacidad de persuasión del autor, lección tanto más instructiva viniendo de un arquitecto que, tomando como ejemplo la bienal de Venecia del 80, ya había construido más él sólo que la suma de todos los otros que allí exponíamos.

En fin, conozco bastante bien a Bofill,  he trabajado en alguna ocasión con él y he llegado a la certeza de que es un auténtico genio, aunque no sepa muy bien de que disciplina.