Curiosidad
Leopoldo Pomés. Fotógrafo. Barcelona, 1931
Tuve el gran privilegio de viajar por la Toscana con Enric Miralles y Oscar Tusquets. Creo que fue el primer viaje que ellos hacían juntos. Visitamos la pequeña iglesia románica de la Abadía Sant’Antimo. La visita podía convertirse, en sí misma, en un acto artístico, efímero pero muy rico por el contraste de pareceres de sus dos protagonistas; arquitectos de gran renombre pero de distintas generaciones y distintos planteos arquitectónicos. Una especie de confrontación, por tanto, de conocimiento y sensibilidad. / Visitamos la iglesia y el acto empezó. ¡Inolvidable! Los dos se convirtieron en unos niños a los que se les hacía el regalo que más les podía maravillar: vivir juntos un espacio. Lo devoraron paladeándolo todo minuciosamente, desde la sabiduría del propio espacio al más imperceptible de los detalles, alegrándose de compartir criterios, comunicándose mutuamente con generosidad sus descubrimientos, apreciaciones, sus conocimientos, sus visiones casi táctiles, en suma; el respeto, la admiración y el interés de uno por el pensamiento del otro: la curiosidad suprema. / Esta Curiosidad, con mayúscula, es el alimento indispensable de todos los grandes artistas. A Oscar lo conozco desde hace muchos años. Siempre intuye el talento esté donde esté y su curiosidad lo ha empujado a conocer a las personas que admira y, lo que es menos frecuente, a proclamar esta admiración con alegría y generosidad. / Curiosidad y generosidad. La sentía Enric Miralles por Oscar y la sentía y la siente Oscar por Enric.