Chispa

Jorge Edwards. Escritor. Santiago de Chile, 1931

 

Podría decir y hasta inventar muchas palabras para este juego de Oscar Tusquets. La que se me ocurrió primero es la palabra “chispa”. La chispa, aunque pequeña y breve, sirve para dar comienzo al fuego. Pertenece, por lo tanto, a la familia prometeica, creadora, inspiradora y a la vez destructora. La imaginación de Oscar, traducida a cada rato en conversación, en palabras, es chispeante y provocadora. Destruye con furia crítica y construye a partir de cenizas. También tiene un elemento de embriaguez verbal, de ejercicio intelectual en plena libertad, y por algo se dice achispado a propósito de alguien que está medio borracho, a medio filo, en estado de caída o de subida libre. La chispa, además, aparte de dar origen al fuego prometeico, suele prolongarse en un chisporroteo, y para mí, que he conocido a Oscar Tusquets a través de muchos encuentros ocasionales, su personalidad es sobre todo un chisporroteo constante, con estallidos de ira, puntuaciones de risa y signos de exclamación y de interrogación repartidos a lo largo del pentagrama. Oscar arremete contra los lugares comunes y las tonterías de moda, contra las formas anticuadas o las vanguardias anquilosadas, que vienen a ser más o menos lo mismo, y lo hace de un modo vibrante, chispeante, para levantar después sus pinturas, sus diseños, sus edificios, como juegos o fuegos de artificio. Fuegos o juegos compuestos de chispas en el horizonte nocturno.