El futuro de la arquitectura.
Diario 16. Febrero 1993
Me considero absolutamente incapaz de averiguar cuál será el futuro de la arquitectura, sólo puedo reflexionar sobre la evolución del Arte y la profesión durante los más de 25 años que llevo ejercitándolos, y suponer que este proceso puede extrapolarse hacia el futuro.
Si nos referimos a la Arquitectura como Arte, vaticinar cualquier cosa es una temeridad. Aunque la Arquitectura, como la Cocina o el Toreo, tiene la fortuna de estar condicionada y no permitir cualquier parida, se ha demostrado en épocas recientes que el fenómeno de la moda y el consumo y cansancio de estilos nos afecta con una intensidad y celeridad incongruente con los plazos lentísimos de nuestros proyectos, pero acorde con la necesidad de novedad rabiosa de semanarios y seminarios.
Confieso que la Arquitectura de reciente prestigio, me refiero a la promocionada en universidades, instituciones, exposiciones y revistas especializadas, me aburre soberanamente pero no más que la pintura, escultura, montajes, instalaciones, vídeos experimentales y otras manifestaciones subvencionadas, o sea que pagamos entre todos.
Si nos referimos a la arquitectura como profesión, como actividad destinada a proyectar edificios bellos y habitables al poner en orden y jerarquía a las solicitaciones contradictorias que los afectan, el futuro es algo más previsible pues el cúmulo de ordenanzas urbanísticas, de construcción, de seguridad, de gas, electricidad, y sobre todo de incendios nos están convirtiendo en unos simples pero habilidosos gestores que se ingenian para dar con la única solución capaz de pasar todos estos filtros por aberrante que sea. Para esto se nos paga y esto es lo que se espera de nosotros, en España y en el mundo burocratizado al que estamos abocados. El intentar algo más es severamente penalizado y en esto la prensa no se queda atrás...