Diseño en los 90, ¿austeridad o aburrimiento?
Junio 1999
Ya estamos en el 2000, el milenio se acaba, y no acabamos de divertirnos.
El hablar bien de la evolución del diseño en los 90 se ha convertido en un lugar común. Tras los locos, excesivos, barrocos y obscenos años 80, hemos vivido estos 90 que parecen razonables, contenidos, estrictos y morales.
Pero me temo que estos años, en realidad, han sido conservadores, poco arriesgados y simplemente obsesionados por la comercialidad.
La crisis económica de principios del decenio ha recomendado la prudencia y la rentabilidad por encima de todo.
Las empresas más arriesgadas, las que habían cimentado su prestigio en la continua investigación, comenzaron a hablar por primera vez de marketing y a proponer que nos inspirásemos en best sellers de los productores de la competencia. Todos los fabricantes de automóviles plagian el Golf. Todas las fábricas de lámparas te piden una Tizzio. Todas las de muebles un Maralunga o, en mi caso, otra silla Varius. Empresas de gloriosa tradición han sido absorbidas por multinacionales impersonales.
Si bien es cierto que muchas veces una euforia económica no lleva aparejado un florecimiento de las artes (basta observar la nula aportación de los países árabes, enriquecidos por el petróleo), no conozco ningún caso en que una crisis económica lo haya hecho.
Cuesta mucho detectar o reconocer un mal momento en una de las artes, pero estos llegan indefectiblemente a todas ellas ¿Qué queda de la gran canción francesa, de la gran época del rock? ¿Qué del gran cine italiano? ¿Qué ha pasado con el gran diseño de Estados Unidos? ¿Dónde están las empresas como Knoll, Hermann Miller? ¿Dónde los diseñadores como Bertoia, Eames o Saarinen?
Lo realmente notable del diseño inventado o producido en Italia no es que se encuentre en un momento de crisis, lo insólito es que haya mantenido tantísimo nivel por más de 40 años. Siempre me ha sorprendido que en el cine comercial americano, cuando aparece la inevitable crisis matrimonial, los protagonistas indefectiblemente se pregunten ¿qué nos ha sucedido? ¿en qué momento nos equivocamos? en vez de pensar en lo que acertaron para conservar el amor durante bastantes años.