Querido Luís
Quiero felicitarte calurosamente por tu artículo sobre el hotelucho este de Puerta América. Cuando aparecieron las noticias en El País no entendí nada. El nombre del arquitecto me era absolutamente desconocido, el edificio me parecía vulgarísimo, no entendía que hacían todas aquellas estrellas (algunas amigas) en torno al alcalde. Hemos dado un paso más, el star-system ya no consiste encargar el proyecto del hotel a una estrella (Perrault o Rogers en Barcelona) sino en comprar un edificio de un anónimo y dócil practicón y hacerlo "decorar" por un grupo heterogéneo de personajes mediáticos ¡Qué lejos queda el hotel en Tokio del señor Wright!
Recuerdo que cuando visité el museo de sillas de Vitra, Rolf Fehlbaum me invitó a comer, bien, en un pequeño hotel de Basel. A medio almuerzo, animado por el excelente vino blanco, Rolf me dijo: "Sabes, cada habitación de este hotel es diferente, esta decorada con toda libertad por diferentes artistas famosos", y, tras un intrigante silencio, exclamó: "¡Te imaginas qué horror!".
En estas estamos los arquitectos; encantados de hacer de maquilladores.
Hace unos días, en el laberinto de los cinturones de Madrid, divisé, a lo lejos, Torres Blancas, casi ocultas por el mamotreto del América. Desde luego, no podemos pretender que la presencia de uno de los iconos de la arquitectura patria del siglo pasado obligue a no edificar en su entorno pero ¡hacerlo con tal desprecio y que esto sea considerado una operación cultural! Desde la distancia, me pareció que en lo alto del mamotreto, para rematar el desaguisado, aparecía una especie de ridícula cresta roja que acababa de ocultar el edificio de Oíza. A lo mejor era una grúa de obra pero me pareció que tenía ambiciones artísticas.
¡Ay, Dios! ¿Donde nos encontramos? ¿Qué hacen estos arquitectos notables apadrinando tal monumental bobería? ¿No tendremos nosotros algo de culpa; tú por haberlos halagado acríticamente desde tu tribuna y yo por no haber tenido el valor de escribir siempre lo que pensaba y pensar demasiado lo que escribía?
Tu amigo desconcertado