El proyecto nació del deseo de recuperar el ratán como material nobilísimo y la rica tradición artesanal de nuestro país en su tratamiento. Procuré dar una nueva apariencia a una técnica centenaria. La caña de ratán es ligera y resistente pero muy flexible. Este problema se ha solventado tradicionalmente introduciendo múltiples cartelas ligadas a la estructura principal. En mi diseño, sustituí los habituales acartelamientos y ligaduras como elementos de unión por el maclado de una caña con la contigua. Con este innovador recurso, conseguimos una estructura flexible pero resistente de poquísimo peso. Una silla ligera, cálida, simpática y lujosa en la auténtica acepción del término.

Se llamó Fontal –perteneciente a la fuente– porque Expormim, que hoy produce muebles en muchos materiales y también en Oriente, decidió apostar en nuestro caso por un retorno a sus orígenes: al ratán y al histórico conocimiento local de cómo tratarlo.