




Olivari
Estas manillas nacieron de la pretensión de conseguir la máxima ergonomía, la máxima superficie de contacto entre la mano y la manecilla, con el mínimo volumen de material. No perseguía solo un ahorro económico, se trataba más bien de una pretensión estética. Despilfarrar un material noble, como el latón, no me parecía refinado. En el proceso de conseguir esta economía estética fue naciendo, paradójicamente, la forma orgánica, mórbida, y amable, que caracteriza muchos de mis diseños. Además de la manecilla de puerta diseñé una de ventana y una españoleta.
El diseño tuvo tan buena aceptación que, un año más tarde, la propia empresa Olivari decidió plagiarlo e incluirlo en su catálogo como un diseño propio.
(Fuera de producción)