En 1979 Alessandro Mendini invitó a once arquitectos de todo el mundo a diseñar un juego de té y café: Michael Graves, Hans Hollein, Charles Jencks, Richard Meier, Paolo Portoghesi, Aldo Rossi, Stanley Tigerman, Robert Venturi, Kazumasa Yamashita, el propio Mendini, y un servidor. Un ejercicio de microarquitectura, donde se expresasen los diversos estilos arquitectónicos del momento. El resultado se presentó con el nombre de Tea & Coffee Piazza y se editaron 99 ejemplares realizados en plata y marcados con el monograma de cada autor.

Mi propuesta no fue formalista o decorativa como la mayoría, sino que se basaba en un minucioso estudio de la historia de las teteras, de cómo las artes aplicadas han ido resolviendo el problema de contener y verter un líquido caliente. Descubrí cómo el pico, que debe salir de la parte inferior —donde el líquido es más denso, menos caliente— del recipiente, se ha ido acortando y desplazando hacia la parte superior, perdiendo progresivamente su longitud. Esto se debió a la dificultad de fabricar una pieza independiente y tenerla que soldar a la base, hasta el extremo de que muchas teteras acabaron haciendo una pequeña muesca en su borde superior para verter el líquido, con los consiguientes problemas de vertido impreciso y el inevitable goteo). Alberto lamentaba la degradación del becco.

La Oronda nace de la conjunción de dos partes estampadas, una contiene el pico en su centro y la otra se alarga y se dobla para conformar un asa confortable. Ambas mitades se sueldan en su perímetro común. El juego se completa con un azucarero, una lechera y una bandeja. La tapa del azucarero es perfectamente circular, la cucharilla se escapa por el hueco del asa. La bandeja se arquea para adaptarse a la posición de las manos, en abanico, y tiene dos dobleces laterales que sirven de asas.

Hay que destacar que, de los once juegos presentados, el único que se puso en producción fue el mío, cosa comprensible pues fui el arquitecto más preocupado por una posible producción industrial. Recuerdo que cuando Alberto vio mi anteproyecto llamó urgentemente a Zio Ettore (el jefe de producción) y le dijo: "Por fin un arquitecto nos trae un proyecto realizable."

Delta de plata 1986

En las colecciones de: Victoria & Albert Museum, Montreal Museum of Decorative Arts y Museu de las Arts Decoratives de Barcelona.

(Fuera de producción)