Delta de plata 1991
En las colecciones de: Musée des Arts Décoratifs de Paris, Vitra Design Museum, Israel Museum, Montreal Museum of Decorative Arts, Deutsches Kingenmuseum Solingen y Museu de las Arts Decoratives de Barcelona
El encargo era complejo y abierto: diseñar un servicio de mesa entero. Platos, cubiertos, cristalería, vinajeras… Para ello OTB contó con el estrecho asesoramiento de su mujer en aquel entonces, la chef Victoria Roqué, de ahí el nombre de la colección. Partiendo del máximo respeto al rito de comer, fueron apareciendo propuestas funcionales donde la parcela decorativa o expresiva quedaba reservada a zonas que la acogiesen sin perjuicio de la utilidad o el confort. La vajilla procura mantener su larga tradición milenaria, y evita caer en la invención per se; no se puede prescindir de milenios de historia sin caer en la estridencia. En la propuesta hay apenas sutiles cambios en las medidas, gruesos, proporciones e inclinaciones. La decoración de la vajilla se sitúa modesta e ingeniosamente en su envés.
El color rojo se refleja sobre el mantel o el plato inferior, dejando un aura cálida, que acompaña en la comida. De esta forma el lienzo del plato queda blanco, inmaculado, para que sea el chef quien decida la composición del plato sin interferencias gráficas o cromáticas del diseñador. Esta no-decoración del plato fue inspirada por las lámparas de Poulsen, que aprovechaban la reflexión sobre escamas para ocultar el foco emisor de luz. Las tazas, teteras, cuencos, soperas y bandejas se apoyan sobre sutiles patas que levantan elegantemente el contenedor del mantel. La cubertería tampoco pretende revolucionar este tipo de utensilios; las experiencias innovadoras recientes han sido principalmente estéticas, pero en detrimento de la funcionalidad.
La propuesta de OTB sólo pretende corregir algunas anomalías, por eso el cuchillo de pescado es simétrico (apto para zurdos y diestros), con una pequeña sierra que permite cortar marisco o pescados consistentes. También por sentido común los cubiertos de postre mantienen intacto su mango y únicamente modifican la cabeza, ¿o es que las manos se encogen cuando llegamos al postre? Respecto a la decoración, ésta se sitúa allí donde no estorbe y pueda embellecer, en la punta del mango, y alude de forma figurativa a los diferentes usos: una pezuña para carne, la cabeza de un pez para el pescado, una manzana para el postre, un grano de café para la cucharilla de café y una hoja para el té. La cristalería se compone de un vaso para agua y siete copas para diversos usos, todas con un pie alto y delgado, con forma entrelazada para mejorar el agarre y ofrecer un tono sombreado, sugiriendo un cáliz que conecta con el vaso; su embocadura se abre ligeramente hacia el exterior para recibir mejor los labios.
La colección también incluye una botella de agua con una forma sinuosa, femenina, como un torso que crea una zona de agarre y con un tapón también de vidrio. En 1995, Tusquets amplió la colección con una aceitera pensada para poder preparar una vinagreta, y un candelabro donde la vela flota en agua y la llama queda rodeada por una esfera de cristal. La cubertería se fabrica en Italia, la vajilla en Asia y la cristalería en Barcelona.