Lámpara pensada para solucionar el problema de iluminación en una librería. Generalmente, uno mismo se hace sombra sobre los estantes de una librería al interceptar la luz general de la habitación. Si se ponen luces intermedias, los estantes inferiores quedan en penumbra, por tanto, lo mejor es utilizar un punto de luz situado en la parte superior con suficiente ángulo para iluminar los lomos de los libros de los estantes inferiores. Así nace esta lámpara que, en un típico ejercicio de figurativismo tusquetiano, esconde el transformador en un libro que sirve de soporte. Puede integrarse en cualquier posición y quedar disimulada entre los libros, teniendo tan sólo una sutil, casi imperceptible antena que dispone de un diminuto foco dirigible en su extremo.
De hecho esta lámpara surge como complemento durante la creación de la estantería Talaya, al investigar sobre la mejor forma de poder iluminarla. De este producto se derivaron otros modelos –hoy fuera de producción- basados en el mismo tubo fino con la lámpara dicroica en el extremo, pero surgiendo de diferentes soportes: media esfera para aplicar en la pared o de sobremesa, o una esfera con dos lámparas como luz de techo sobre una mesa. En 1998, el diseñador alemán Ingo Mauer lanza al mercado una versión-homenaje de esta lámpara, que titula Oskar.