“Fui invitado a participar en este concurso junto a otros cinco prestigiosos equipos internacionales. El museo se ubicaba en un punto clave de la ciudad, cercano a la catedral, en la frontera entre el centro histórico y la edificación moderna, en un difícil solar de planta triangular. Debíamos respetar ordenanzas muy estrictas en cuanto a edificabilidad total, altura reguladora, alturas entre forjados, volúmenes máximos e iluminación natural.

    La idea básica del proyecto consiste en poner la gran sala con luz cenital (Oberlichtsaal) en el centro del piano nobile. Cuando, a través de la gran escalinata, alcanzamos esta planta, toda ella se nos hace visible y nos hacemos una idea clara del conjunto del museo. A pesar de que tenemos dos plantas por encima de ésta, conseguimos luz cenital mediante un sutil juego de transparencias y reflexiones.

    La imagen exterior del edificio responde más al entorno arquitectónico (donde aún se conservan algunas reliquias arquitectónicas de lo que fue una bellísima ciudad) que a los impredecibles contenidos del museo. La afilada proa perforada por dos arcos monumentales simboliza la puerta de entrada a la ciudad antigua y deja ver las “tripas” del interior. En el extremo opuesto, la entrada del museo se adelanta hacia el centro histórico y se protege por una marquesina que, a la vez, crea la terraza del café.

    Este proyectó mereció un accésit en el concurso que ganó Hans Hollein quien efectivamente realizó la obra”.

OTB